LAS SIETE UNIFICACIONES -II Camino y Unidad

Posted By pfbontempi on Feb 23, 2023


“No sabemos nada del mundo ni de Dios. Todo nuestro conocimiento no es más que el conocimiento de un niño de primaria”.  Albert Einstein.

«El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del ser humano». Charles Darwin.

«Al mismo tiempo que la biología nos revela la particularidad de cada uno, nos recuerda la fraternidad de todos». Jean Rostand.

«Seres vivos y medio ambiente se afectan y modifican mutuamente». George Clarke.

De acuerdo con la foto del artículo podría haberlo llamado: “De cómo el pato genera ondas en el medio y el medio modela la naturaleza ondulatoria del pato”, pero ni el conocimiento ni el humor me dan para tanto.

ACERCA DEL CAMINO Y LA UNIDAD

Desde el estado en que el sujeto se experimenta escindido al estado de unificación hay un camino, una evolución posible. La noción de camino está asociada largamente a la búsqueda de conocimiento, ya fuera material o espiritual, y a la de una cierta realización. El ‘yo como camino’, está famosamente cantado por Frank Sinatra en “my way”. El ‘camino de la ciencia’, es la larga carrera de relevos donde, generación tras generación, maestros y discípulos se empeñan en la búsqueda del ‘conocimiento de la realidad’. En el ámbito espiritual el ‘camino del zen’, el ‘camino del sufí’, el ‘peregrinaje del místico’ cristiano o musulmán, cuentan la misma extraña historia, la de un sujeto normal que emprende el camino de una profunda transformación cognitiva, camino que Joseph Campbell llamó “El Camino del Héroe”.

Todos estos caminos que en el fondo son uno, el ‘camino de la vida’, tienen tres hitos comunes a toda existencia: nacer, cambiar y morir. Es fijo nacer y morir, lo particular se juega en medio, en el proceso del cambio, ¿qué sentido tiene el cambio? ¿hacia qué objetivo evolucionamos, hacia la unidad o hacia la fragmentación?

LA NOCIÓN DE ‘CAMINO’ implica evolución y cambio, por tanto, movimiento. A veces experimentamos la ilusión de permanencia, de que estamos detenidos, de que nada cambia, sin embargo, la historia natural de nuestro cuerpo es puro movimiento y evolución, cuerpo fluido que ha cambiado mucho desde ese estado fetal, con su cola embrionaria y cabeza de grandes ojos, hasta nuestra forma actual. Nuestra sangre no se detiene ni un instante, el fuelle de la respiración, el continuo intercambio de los gases atmosféricos con los disueltos en nuestro organismo nunca cesa. La tierra gira a enorme velocidad en torno al sol, mientras que nuestra estrella se mueve en la rama exterior de la galaxia, y la galaxia misma ejecuta una compleja danza cósmica, de alejamiento y acercamiento, con eventuales colisiones entre innumerables galaxias, posiblemente agrupadas en cuerpos de tamaños y dimensiones que la ciencia recién comienza a vislumbrar. El incesante intercambio de enormes corrientes de partículas en el seno de nuestro universo es puro movimiento. En medio de esta pasmosa y cambiante Realidad nuestro cuerpo es un fuego vivo, un espacio en combustión irradiando un campo calórico y energético en todas direcciones y, al igual que el mundo al que pertenece, está inmerso en una continua evolución. Desde el primer instante al último nuestra existencia es un proceso de cambio y movimiento continuos, es decir, un ‘camino’, un río de transformaciones, un ‘cuerpo fluido’ que puede ir, o ampliando la brecha de las escisiones, o evolucionando en el sentido de la unificación.

LA NOCIÓN DE ‘UNIDAD’ implica que nada está separado del resto, que todo pertenece a una unidad orgánica superior. No existen átomos aislados del resto, ni moléculas desconectadas de conjuntos mayores. Ninguna célula de nuestro cuerpo tiene existencia per-se, todas han nacido y pertenecen a la unidad superior del organismo; incluso las células cancerosas que, podríamos decir, han enloquecido y no respetan la armonía del conjunto, no tienen posibilidad alguna de existir si destruyen al organismo al que deben su existencia. De igual modo nuestro cuerpo no está separado del conjunto de la especie, (en cuya corriente hemos sido engendrados), nuestra especie tampoco es separable del conjunto de la naturaleza viva con la que está absoluta y totalmente fundida, naturaleza que respiramos, de la que nos alimentamos y cuyo entramado físico-energético nos constituye. Estamos continuamente implicados en un todo, una red con expresiones energéticas, materiales y espirituales, un entramado metabólico, de instintos, sensaciones y percepciones, un complejísimo tejido de movimientos individuales y sociales, de pensamientos, de cogniciones y acciones adaptativas, de impulsos transformadores de nosotros mismos y del medio. La cuestión es que: hagamos lo que hagamos, nos movamos como nos movamos o pretendamos incluso la ilusión de la inmovilidad, existimos en un estado que es absolutamente inseparable del conjunto al que pertenecemos y, en último término, implicados en la Totalidad que incluye a todo lo existente.

Sin embargo, comprometidos con la ilusión del yo escindido, no solemos ser conscientes de esta pertenencia superior. Si la ‘evolución cognitiva’ de nuestra especie nos ha situado en la escisión que nos caracteriza, diferentes culturas han buscado, paralelamente, caminos que nos reconcilien y reunifiquen. En nuestra época de espectacular eclosión del conocimiento, quizá un conocimiento escaso o distorsionado genera brechas que nos separan aún más, ojalá que mucho conocimiento nos unifique.

REALIDAD Y RELATO

Con independencia de la REALIDAD que haya más allá de nuestros esquemas cognitivos, todos vivimos dentro de un RELATO que nos caracteriza, que configura y modela al ‘mundo psicosocial’ en que nos desenvolvemos, (lo que llamamos ‘cultura’, dependiente del relato que crean y manipulan los medios). Si extrajéramos de su cultura-relato a un sujeto de hace dos siglos y le situáramos bruscamente en nuestro mundo, no entendería nada y posiblemente se horrorizaría. Hace algunos años, un grupo de antropólogos llevó a un indígena, desde su tribu aislada en la Amazonía, hasta el centro de la populosa Sao Paulo; el individuo reaccionó con una crisis convulsiva, vómitos y una interpretación enloquecida de este ‘nuevo’ mundo. Leemos la realidad con nuestros esquemas cognitivos, lo que no encaja con lo que creemos saber, no solo nos desconcierta, sino que puede producirnos malestar e impulsarnos a ‘borrarlo’ de nuestra consciencia.

Considero útil insistir siempre en que nuestros relatos y descripciones, incluso los más íntimos y familiares, no son ‘la Realidad’ sino una ‘representación en nuestros Campos Cognitivos’. Toda percepción es representación: comprender que el mapa (la representación) no es el territorio, sino solo una ayuda para explorarlo y movernos en él, es un concepto liberador que amplía la consciencia, nos ayuda a darnos cuenta que la Realidad es mucho más que nuestra hipótesis de ella.

Condicionados por los relatos que modelan nuestros cerebros (hayan sido historias sagradas, dibujos animados, películas o el esquema mental de nuestros enseñantes), adquirimos las estructuras significativas que configuran nuestros esquemas mentales. Y esos esquemas divergen en dos grandes maneras de pensar la realidad:

—1— O considerándola una Unidad Absoluta, donde nada es separable de esa Totalidad.

—2— O viéndola como una realidad múltiple, fragmentada en partes y cosas que se suman o restan; o separada en dimensiones tan inmiscibles como el agua y el aceite: la espiritualidad y el mundo material escindidos, por ejemplo.

Estos dos modos del pensamiento, con consecuencias múltiples en ciencia y filosofía, parecen tan válidos el uno como el otro:  una filosofía analítica describe y confirma el mundo escindido que el físico observa separado en partículas; mientras que el pensamiento sintético postula al universo, con todo su contenido, como una unidad física y funcional, donde las partículas, más que partes separadas, son las ondas en un mar donde todo interactúa y se afecta mutuamente.

También en política e ideología estos modos del pensamiento generan visiones diferentes. ¿No parecen ‘individuo’ y ‘sociedad’ dos nociones contrapuestas que, en los modelos políticos y económicos, luchan por hacerse con nuestros gobiernos? Un modelo considera al individuo como un ente que evoluciona y se autoconstruye con independencia de su entorno social, ‘el self-made-man’; el otro percibe a la sociedad, al grupo, como el ‘ente determinante a preservar’, sacrificando, si es necesario, el ‘egoísmo individual’.

Detrás de las actitudes personales están, no solo los instintos y la genética básica de cada uno, sino el modelo de pensamiento que nos haya sido inculcado.

RELATOS UNIFICADORES

En esta serie sobre las ‘Unificaciones’ y ‘Escisiones’ estoy evocando ideas muy antiguas que hoy, sin embargo, parecen renacer con fuerza. Aldous Huxley se acopló con su ‘filosofía perenne’, a esta larga tradición unificadora. La idea de la Realidad como ´Unidad fundamental de Todo lo que Es’, unidad que, sin embargo, no podemos percibir sensorialmente, es más antigua que ‘la caverna’ de Platón.

He seleccionado aquí algunos textos, de distintas épocas y culturas que, sin embargo, enfocan en una misma reflexión: ACERCA DE LA UNIDAD FUNDAMENTAL DE LA REALIDAD. Algunos llamaron ‘Dios’ a esa Unidad, otros la llamaron ‘Brahman’, otros ‘Esencia’, otros ‘Realidad Fundamental’, ‘Origen sin origen’, ‘Alá’, ‘Adonai’, ‘Tao’, ‘Vacuidad plena’, ‘Lo Innombrable’, otros simplemente ‘Universo autogestado’, ‘Multiverso’, ‘Campo o Matriz cósmica’ etc. ¿Cuál es la esencia común que todos estos nombres pretenden designar? 

MARCO AURELIO, (121 DC) emperador romano y filósofo no cristiano escribía en sus Meditaciones’: “Todas las cosas están ligadas entre sí con un nudo sagrado y no hay nada que no esté en relación. Todos los seres están coordinados entre sí, todos concurren a la armonía del mismo mundo; no hay sino un solo mundo que lo comprende todo, un solo Dios que está en todo, una sola materia, una sola ley; una razón común a todos los seres dotados de inteligencia”.

Un par de siglos después, SAN AGUSTÍN, (354 DC) uno de los padres del cristianismo antiguo, preguntaba en sus ‘Confesiones’: “¿Por ventura, Dios y Señor mío, cabéis acaso en los cielos y tierra que Vos hicisteis, y en que me criasteis? ¿O es mejor decir que estáis en todo lo que tiene ser, por cuanto ninguna cosa pudiera existir sin Vos, fuera de Vos? ¿Para qué os suplico que vengáis a mí, no pudiendo yo existir ni tener ser si no estuvierais ya en mí? En todas partes estáis, y aún en el infierno, dónde yo no estoy, pues como dice David, aunque bajara al infierno, allí os hallara también”; párrafo contundente cuyas preguntas sugieren la ‘radical unidad en Dios de todo lo existente’.

Más tarde, un notable científico del siglo XX DC, ERWIN SCHRÖDINGER, premio Nobel de Física, planteaba estas reflexiones en su libro ¿Qué es la vida?

“—Uno: mi cuerpo funciona como un mecanismo puro que sigue las leyes de la Naturaleza.

—Dos: sin embargo, mediante experiencia directa e incontrovertible, sé que estoy dirigiendo sus movimientos, cuyos efectos preveo y cuyas consecuencias pueden ser fatales y de máxima importancia, caso en el cual me hago enteramente responsable de ellas.

—Tres: la única conclusión posible de estos dos hechos es que yo (-es decir, yo en el sentido más amplio de la palabra, o sea, toda mente esencialmente consciente que alguna vez haya dicho o sentido «YO»-) soy el ser y la persona, si es que existe alguna, que controla el movimiento de los átomos, de acuerdo con las leyes de la Naturaleza.

—Cuatro: pero esta intuición no es nueva: Las primeras noticias de ella que conozco datan de 2500 años o más. En los primeros Upanishads (escritos sagrados de la India) se establece la identificación Athman = Brahman. El Yo Esencial de la persona es uno con el Eterno Yo omnipresente que lo abarca Todo”.

El misticismo antiguo y moderno es un camino que se plantea y busca experimentar esa Unidad; la ha deducido previamente, o la intuye, y ahora intenta, no solo comprenderla sino experimentarla. Desde los Vedas y UPANISHADS hindúes (1000 AC) queda claramente establecido que la ‘percepción de algo’ no es ese ‘algo’ sino una mera construcción operativa hecha por la mente; ellos llaman “Maya” a ese ‘mundo-entramado’ que construye la mente, y lo consideran ilusorio, un mundo virtual, un mero reflejo de la Realidad esencial o ‘Brahman’.

En muchas tradiciones, no solo en el hinduismo, se entiende a ‘Dios’ como la ‘Unidad-Absoluta-de-Todo-lo-que-Es’. Así entonces ‘Dios’ y ‘Realidad Esencial’, son sinónimos estrictos. Según ellos la Realidad Esencial la contempla el espíritu, (Atman) el aspecto más sutil, profundo y elevado de la naturaleza humana, absolutamente inseparable de ‘Brahman’, el soplo universal. La UNIDAD es una cualidad fundamental de esta Realidad Esencial. La fragmentación es una ilusión que aparece por nuestros esquemas cognitivos; superarlos nos acerca a la experiencia de nuestro propio ‘noumeno’, el misterio de la consciencia conocedora, inseparable de todo aquello que llega a conocer.  

SÓCRATES (470 AC), en su ‘mito de la caverna’, describe la cognición humana capacitada solo para ver las ‘sombras de las cosas’, nunca la realidad en sí misma, la que sería accesible solo al ojo interno del ‘entendimiento superior’. El científico y el filósofo buscan comprender esa unidad superior; el místico busca ‘experimentarla’. Pero ambos caminos trabajan desarrollando y potenciando ese ‘entendimiento superior’.

Los antiguos explicaban a la naturaleza mediante la actuación de sus dioses, la ciencia moderna la describe y entiende mediante ecuaciones coherentes con el método científico. STEPHEN HAWKING en su “Teoría del Todo” ha buscado, siguiendo el empeño de la física moderna, unificar las ecuaciones que describen a las diferentes fuerzas de la naturaleza, y termina su libro con un párrafo que quiero destacar: “Si descubrimos una teoría completa, debería en su momento ser comprensible en líneas generales para todos, no solo para unos pocos científicos. Si encontramos la respuesta a ello, sería el triunfo definitivo de la razón humana, pues entonces conoceríamos la mente de Dios y sabríamos por qué el universo existe”; evocación de que la mente humana, en algún momento de su evolución, estará fundida con la mente de dios.

HERMES TRISMEGISTO fue un sabio cuyas ideas se asociaron con el dios Toth de Egipto, con Mercurio de los romanos y con Hermes de los griegos, tres figuras mitológicas con la capacidad de conocer el mundo de los dioses sin perder su conexión con el mundo humano. Estas ideas se plasmaron en el “Kibalión”, libro anónimo de comienzos del siglo pasado: “La Mente es de la misma esencia de El Dios; si de seguro hay alguna esencia de Dios, y de que cualidad fuera, esto solamente Él puede saberlo. La Mente, así, no está separada de la Esencia Divina sino unida en sí, tal como la luz al sol. Por esto, la Mente en el hombre, de seguro es Dios.

La unificación que unos y otros han buscado no es con el mundo de las apariencias sensoriales sino con el ‘noúmeno’ de las cosas, con lo que las cosas realmente son, por detrás de las imágenes cognitivas que nos hacemos de ellas. Se trata de una unificación cognitiva con el mundo esencial, dónde la ‘Realidad’ está siempre más allá de nuestras construcciones sensoriales, dónde ‘es la que es’, inseparable de lo que nosotros mismos esencialmente somos.

Esa ‘Realidad Esencial’, esa ‘Unidad de la Naturaleza’, es la que contempla un místico iluminado, como el musulmán Rumí o el cristiano Agustín; la misma realidad esencial que contempla un científico ateo como Stephen Hawking, absorto durante años de meditación ante el misterio de su propia cognición, aspirante también, como el viejo Hermes, a descifrar el misterio de los dioses y encontrar la unidad fundamental de todo lo que es.

Y para terminar hoy, un poema de JALALUDDIN RUMI, el místico sufí, citado por Idries Shah en un capítulo que llamó “El credo del amor”:

“Fue alguien a la puerta de la amada y llamó.

Una voz preguntó:  —‘¿Quién está ahí?

Contestó él: —Soy yo.

La voz dijo: —No hay sitio para Mí y para Ti.

La puerta se cerró.

Tras años de soledad y privaciones, de búsqueda y camino, volvió él y llamó nuevamente a la puerta.

Preguntó una voz desde dentro: —¿Quién está ahí?

El hombre dijo: —Tú.

Y la puerta se abrió”.

Francisco Bontempi

Médico y Psicoterapeuta

LAS SIETE UNIFICACIONES -II