CARTA DE NAVIDAD

Posted By pfbontempi on Dic 21, 2020


CARTA DE NAVIDAD

María, la Tierra Madre, está de parto. Algunos dicen que Dios es el padre de la criatura que viene, que este será el año del amor solidario, de la generosidad entre pueblos, razas y culturas, de cooperación entre oficios y profesiones, entre afortunados y necesitados. Que habrá lugar para los pobres en la mesa de la cultura, de la educación de calidad, de las necesidades sanitarias bien cubiertas, de las posibilidades de hacer vidas creativas. Que pararán las fábricas de armas, que no subirá humo sucio al cielo.

Pero otros dicen que María, la Tierra, no es pura ni virgen, que se ha vendido al mejor postor, que ha sido mancillada y ensuciada, desgarrada y violada, sin pensar en las consecuencias ni en el hijo que vendrá. Dicen que la criatura es hija del egoísmo y la ceguera, de un Satanás hipócrita y vendepatria, usurpador canalla que incluso pretende ser rey. Pobre María, algunos dirán que su hijo es hijo de Dios, y otros que es un desgraciado hijo de su tiempo.

María, la Tierra, está casi de parto. Ella no puede sino amar a lo que sale de sus entrañas. Pero algunos ya se aprontan para maldecir a la criatura, porque no viene con cetro de oro, ni ejército bien montado, ni frontera invulnerable, ni siquiera con un templo que no se caiga. Su hijo será pobre y caminará entre los pobres. Será sabio, pero no tendrá título. Sabrá leer el sentido de las cosas, entender el lenguaje de la naturaleza. Tendrá ojos para ver y verá el alma humana, como si estuviera desnuda.

Pobre María, la Tierra Madre, castigada y casi de parto, lleva años vistiéndose de esperanza, cubriéndose con luces de Navidad y sueños de un hijo que salve al mundo. Todos los años sueña. Pero nacen una y otra vez sus ilusiones, como un río que baja de las montañas nevadas, para agotarse una y otra vez en el desierto de los que no la ven.

Y sin embargo María, la Madre Tierra, no desfallece ni pierde la esperanza, este año nacerá el Nuevo Mundo. Porque el viejo está demasiado podrido. Porque el imperio del Cesar no tiene piedad, porque el reino de Herodes está corrompido, y las piedras del templo no cobijan a Dios.

María, la Tierra, espera en su cueva el nacimiento del hijo. Y sueña con el alma inmensa del mundo convertida en plenitud, y a su hijo en la Fiesta de la Vida, desbordando amor sin condiciones, dando de comer al hambriento, tocando y abrazando al apestado, aceptando al extranjero, al diferente. Un hijo alegre como el alumbramiento del nuevo año, que no resiste al mal, pues conoce el poder de los sabios. Un hijo que no trae espada ni castigo, sino redención y salvación.

Pero la Madre Tierra, María, aun no comprende, que la hacienda de su hijo fue vendida y tiene dueño, que los negocios del gran capitán solo esperan que amanezca el día, que deje de soplar el viento, para encender el horno que calienta la tierra y enfría las almas.

¿Qué mundo va a nacer de las entrañas de María? ¿Qué nace de la Madre Tierra, si ella misma no tiene lugar sino una cueva? ¿O acaso existen los milagros?

Va a nacer el nuevo mundo porque el viejo mundo ya está muerto, porque después de un siglo de agonía se murió de peste durante el 2020. Porque ahora toca renovarse o morir. La madre tierra no puede seguir esperando. Su hijo está a punto de nacer.

¿Y cómo ira a ser? No le pidas al nuevo año lo que tú no estés dispuesto a darle. Porque el hijo que está a punto de nacer también es tu hijo. Porque su fortuna es la tuya. ¿Cuánto amor estas dispuesto/a a dar durante este año? ¿De cuánto dinero y riqueza estas dispuesto/a a desprenderte? ¿Cuánta tolerancia con lo diferente piensas repartir? ¿Cuan sana es la vida que piensas realizar? ¿Cuánta huella de carbono quieres ahorrar? ¿Con qué sencillez vas a vestir tus días y tus noches? ¿Cuánta creatividad vas a compartir? ¿Con cuánta ternura vas a acariciar a tu Madre Tierra? ¿Con cuánta comprensión mirarás a todo lo que de ella nace?

Nadie puede decir yo no lo sabía, no era mi problema. El año que está a punto de nacer es un hijo que haremos entre todos. Hagámoslo hermoso, generoso, que sea el primero de un nuevo ciclo. Que se renueven las palabras gastadas y las costumbres huecas y sin alma. Que tu vida sea plena y que así la regales, que así la siembres al viento de los días.

Mas no te desconciertes ni pierdas el paso cuando lo hagas, pues tropiezos seguro que habrá. Quizás camines las huellas del 2021 mientras tiemblan las columnas del tiempo, mientras se sacuden los moldes inservibles y se desgarran entre sí los exaltados.

Mas no pierdas la esperanza. Mira más allá de ese horizonte estéril. La fuente de la Madre Tierra, siempre virgen, siempre fértil y generosa, está en tu corazón.

Que tu año sea feliz, verdadero y pleno. Por más duro que resulte el camino.

En el solsticio de invierno,

a las puertas del 2021.

Francisco Bontempi

Médico y Psicoterapeuta

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